La renuncia de la concejala electa por el PRO, Sofía Alarcón, y la indefinición a poco menos de un mes de la renovación de autoridades en el Concejo de quién ocupará su lugar, es un motivo de atención para todos aquellos que defendemos el derecho del cupo femenino garantizado por la Constitución Nacional.
Fueron pocos días después de las elecciones generales provinciales del 24 de julio que Alarcón, tercera en la lista del PRO, se bajó de la banca para la cual fue elegida por el voto popular y comenzó el debate sobre quién debía ocupar ese lugar. Debate que se prolongó demasiado tiempo y que hace rato debería haberse definido para detener las lucubraciones de quienes ven en esto una posibilidad “legal” de ponerle un freno a la verdadera participación de la mujer en los ámbitos legislativos. Debemos desterrar la posibilidad de que las mujeres se conviertan en “candidatas testimoniales”, ocupando lugares en las listas sólo para cumplir con una formalidad para luego, en la práctica, renunciar a sus cargos para favorecer el ingreso de candidatos varones que las preceden en las listas.
Existe un antecedente importante en el Senado de la Nación que debería marcar la pauta de cómo se debería accionar en estos casos. En 2007, frente a la renuncia antes de asumir de Alicia Kirchner, la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado emitió un dictamen con Proyecto de Resolución, mediante el cual se resuelve incorporar como senadora (a pesar que seguía un varón, Banicevich) a Selva Forstmann, quien ostentaba el segundo lugar como suplente. En esa oportunidad se fundamentó dicho dictamen en el estricto cumplimento de la Ley de cupos entendiéndose que ante la renuncia de una señora senadora su lugar debería ser ocupado por una mujer.
El cupo femenino no se debe tomar sólo como un requisito para formalizar una lista de candidatos sino como un derecho de participación real de la mujer en los espacios legislativos. Todas las voces de la política (salvo el “perjudicado” Marcelo Ayimén, que se quiere aferrar a la banca con uñas y dientes) manifestaron su defensa al cupo femenino, y está bien que así sea.